miércoles, 29 de diciembre de 2010

Arturo Meza - Canciones para cantar en el Infierno Vol. 1 (2001)







ARTURO MEZA


"MÚSICA, LITERATURA Y RUPESTRE"




Guitarra, letra, arreglos, alacrangelófono, y todo lo que se deje tocar en general. El mismo cataloga su música como Experimental / Blues, por si esto sirve de guía a quien lo quiera escuchar.

Arturo Meza, cuyos orígenes se ubican en la capital mundial de las paletas de hielo, famoso en el bajo mundo por rolas entrañables como "Poeta de ningún lugar", "Yo no ero", o para aquellos seguidores de este canta-autor por "Princesa de barrio", comenzó sus apariciones públicas en algún punto en la primera mitad de la década de los 70; con un grupo llamado Decibel, grupo experimental, Krol Voldarepet, grupo de música electrónico-atmosférico experimental que se dedicaba a componer, con una que otra presentación ante un público que aún no sabía reaccionar frente al sonido que escuchaban.

Años más tarde fue que Arturo Meza, llamado por muchos como “El Meza”, se decidió a hacer locuras en solitario, y editó su primer disco, No vayamos a irnos sin el mar", donde tomó rumbo y se centró en temas espirituales, musicalizados en un contexto de poética prehispánica, y estética medieval, atmósferas imprecisas y eclécticas por lo mismo. Sigue por la misma línea en los 80s, participando asimismo en proyectos de gente como Eblen Macari, Jorge Reyes, o grupos como Tribu u Oxomaxoma; añadiendo bagaje atmosférico a la música.

El mismo Meza ha dicho que tiene influencias populares en la música, que comenzó su carrera musical cuando era un niño, cuando tocaba con un grupo local afuera de las cantinas de su pueblo; como infancia es destino, en sus años de músico, de recorrido en recorrido, ha visitado Guanajuato, Guadalajara, Toluca, México, Monterrey, Oaxaca y Puebla, así como Chicago, en donde existe harta euforia por las presentaciones que hace de tanto en tanto, siempre de underground, de ajeno a los monopolios musicales (no obstante, ahora pueden conseguirse algunos de sus discos en cadenas disqueras a nivel nacional) y editor de sus propios discos, Arturo Meza ha conquistado público con su austera pero efectiva publicidad, usando la más clásica, darse a conocer de boca en boca, de tal suerte que ha logrado convertirse en uno de los nombres más sonados de la producción subterranea musical mexicana.

Con Arturo Meza se originan 2 vertientes críticas: en aquellos que no entra su música conceptual y en otros que caen en la idolatría por el músico. Existen varias razones para hacer lo uno o lo otro, pero lo que se puede decir al respecto es acerca del aura mágico espitirual que quienes lo aman ven en él, y esto es alimentado disco tras disco por el propio Arturo. Puede ser amable, dulce y grosero a la vez, darse el lujo de llegar 2 horas tarde (o no llegar de plano) a algún concierto; siempre hay gente que lo espera. Borrachos redimidos y santos urbanos pueden llenar los conciertos de hoy en día, pero igual llega la quinceañera adormilada, la pareja que lleva años de seguirle la pista y ahora lleva a su hijo, la enamorada del Meza (nunca falta), y los sinceros escuchas que tratan de abrir su corazón a la música.

Lo que es cierto es que Arturo Meza es muy prolífico; a la fecha ha editado más de una veintena de discos, ha colaborado en otros proyectos musicales y se ha estrenado de escritor desde 1980, cuando publica un trabajo de poesía titulado EPISTOLARIO DE OLIMACONET DE LUVIAN , con la venia de la UAM Atzcapotzalco; más tarde, en 1992, publica, como un anexo al álbum "A la siniestra del padre", un poemario llamado " Canto Ersal". Como proyectos de narrativa presenta "Ansina como endenantes", Oficio Ediciones, 1993, en Monterrey, y reeditado por Gente de México en 2000. Igual pasó con "El Diablero", en el 95 y después en 1999. "Historias de agua" fue editado por Gente de México en 1998, y Dord

Muchos dicen que la producción musical del Meza está centrada en el folk, si bien no se le puede negar que ha incursionado en otros ambientes como el sinfónico, el progresivo, el blues o el rock. Tratar de separar cualquier música a estas alturas del partido resulta absurdo e innecesario, pero igual baste decir que el Meza prefiere, ante toda circunstancia, la garganta y las cuerdas. A eso se puede reducir cualquier canción, cosa que se comprueba en cada uno de los conciertos en que va solo.






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